La curiosidad de ser valientes
Sentarse no solo es saber esperar; es conocer el descanso. Fue lo que pensé cuando crucé mis piernas en el nuevo sofá. Digo, ¡caramba! no es que sea nuevo, pero le han cambiado la tela; eso que le cubre, que le da la apariencia, el color y forma un nuevo aire, por eso lo miro diferente. Me atraviesa el cálido ambiente, el sonido del agua que brota de la cuarta pecera que tenemos, los rayos de luz de la única lámpara encendida y la quietud. Esta última me asombra con su protagonismo, pues siempre le podemos dar la bienvenida, pero la pregunta es, ¿lograremos abandonar el ruido? Eso que nos aleja de conectar y de conocer «qué poco miramos el cielo», como alguna vez me dijo Mr.Vázquez; aquel maestro de grado 10 que me enseñó poco más que historia y que fue mucho más que mi maestro de salón hogar. La madrugada me invita a recordar lo que aprendí ayer sobre lo que ocurre durante los meses en que nos estuvimos formando en el vientre destinado a hacerlo. Porque antes de nacer, es vivir la quietud y por lo tanto, es distinguir el ruido; aquello que nos forma porque nos informa.
Las conversaciones, las emociones, los alimentos, los eventos y las experiencias en general, no dejan de ser parte de nuestra formación. Es llegar con la historia en el cuerpo. Por eso —antes de apagar esta luz— procuro preguntarme: ¿cómo fueron esos meses de gestación? ¿qué historia me queda por descubrir? ¿qué se quiere quedar en secreto? Marian Rojas siempre dice que «entender es aliviar» … Ojalá comience a caminar en esta Tierra mirando más al cielo; conociendo poco a poco las piezas de la verdad.